miércoles, 19 de noviembre de 2003

De Neil y de ella

No lo puedo evitar, y generalmente lo que me rodea, personas, situaciones, lugares, sensaciones, se unen de manera permanente con la música que ese momento me acompaña. Y eso ya queda para siempre, aunque cambie esa compañía que me rodea. Así que cada grupo, cada cantante, queda atado a una persona, una ciudad, un país, una época, despierta nostalgias, recuerdos, añoranzas, alivios,...

Viví en Sudamérica varios años, y allí tuve mi primera y absolutamente inesperada aproximación a la música latina. Y aunque hay mucha bazofia de por medio, esa música siempre tendrá un tremendo poder evocador.

Mi adoración por casi todo lo que produce Brasil siempre irá unida a muchas situaciones allí vividas, lugares, bailes, amigos, amigas, más que amigas... Incluso posteriores y maravillosos descubrimientos tienen el poder de llevarme de vuelta a aquéllas tierras, como una y otra vez me lo demuestra la escucha del imprescindible Tribalistas.

El rock paraguayo tal vez no sea aún manjar que degustar con placer, pero es algo a lo que me entregaré a pesar de la dificultad de encontrarlo por aquí. El argentino es más fácil, y siempre admiraré esa facilidad para juntar el castellano con las guitarras.

Y todo lo anterior, porque estos días pensaba en cómo ella y Neil Young ya siempre irán unidos. Neil Young y ella, ella y Neil Young. Eso es algo que será ya siempre así. No se si los recodos de la vida me llevarán a ello, pero si algún día escucho “Over and over” marcado por la distancia del tiempo y el espacio, ella aparecerá allí. Porque no me importa nada de lo que me digan, que me lo rebatan, para mí, esa canción, y muchas otras, ya no son mías, no son de nadie, sólo son de Neil y de ella.