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lunes, 22 de junio de 2015

Azkena Rock Festival 2015: Día 1
De barbas y lunas


* Autor: Jaime G. López "Desperdicios"
* Fotos: Musicsnapper

Entrar al recinto de un festival a los sones de It Was a Very Good Year (el viejo Frankie a ritmo de rockabilly  de la mano de los gallegos MadMartin Trio) fue un buen presagio de lo que iba a deparar el fin de semana. (...)

En un Azkena con ligeros cambios, algunos positivos, como la consolidación del escenario de entrada con programación, y otros más sintomáticos, como eliminar la clásica y alargada carpa del escenario secundario por un escenario descubierto, la desaparición de la torre en frente del escenario principal y la separación del pasillo de dicho escenario, de que el presupuesto se había recortado para esta edición y como veremos en algunos casos, dichos recortes perjudicaron el desarrollo del festival.


Los australes Dubrovniks, con miembros iniciáticos de Hoodoo Gurus y Beasts of Bourbon, salieron a escena con sus tres guitarras al frente y dos coristas de apoyo. Punk rock escuela Godfathers y sus bandas madres. Para el segundo tema, Audio Sonic Love Affair, la cosa fluía perfectamente engrasada, con la guitarra les paul apuntalando con sus solos la energética base del combo. Sonaron ramonianos en As Long as I Can Listen. Bajaron al medio tiempo con la fallida Holy Town, frenando el ritmo del concierto. Se recuperarían con Under Your Skin, sonando tribales y cavernosos con percusión y sonidos reverberados. Y aunque fueron más efectivos en los números de punk-rock rabioso, nos llegaron con la balada You're Gonna Get What’s Comin, que se elevó en el clímax. Concierto perfecto para ir entonándose.


El escenario principal fue demasiado grande para JD McPherson, al que le costó más de medio concierto conectar con el personal a pesar de su entrega. Su banda es perfecta para un concierto de garito pero el escenario principal de un festival se les queda grande. Parte de la culpa fue debida al escaso sonido que lastraría sorpresivamente las actuaciones del primer día en dicho escenario, recortar en sonido no parece la opción mas indicada para un festival. Y otra parte reside en que su propuesta de rock'n'roll blanco con toques de soul, r'n'b y músicas hermanas resulta demasiado blanda en su ejecución. JD McPherson es al rock'n'roll lo que Eli Paperboy al soul, un sustitutivo o edulcorante que no acaba de enganchar. JD ejerció en quinteto multirracial con dos guitarras (el acompañante de JD a las seis cuerdas alternando con el saxo), bajo que ayudó con su insistencia en el contrabajo a que la cosa arañara pero no mordiera (sus números al bajo eléctrico elevaron considerablemente el volumen) y piano/órgano. En los primeros temas la cosa no despegó, hasta que ya con Fire Bug y su intro prestada del  Summertime Blues la cosa mejoró un poco. Subieron la temperatura con It shook me up de su última rodaja Let The Good Times Roll con cierto espíritu Richardiano. Se perdieron en exploraciones con aires Diddley y feeling soul en Head Over Heels. El chaval se mostró tierno en baladas como Precious. Y ya con el publico enganchado, consiguió que corearan su Let the Good Times Roll al igual que su hit primigenio North Side Gal. El muchacho es un two hit wonder, qué vamos a decir a la vista de lo que aconteció al día siguiente en el escenario pequeño con un trío de auténtico sonido rocanrolero de raíces. A veces, una cara bonita no hace todo el trabajo. 


Que Jesse Malin es un excelente frontman ya lo sabíamos de las veces que le hemos visto en solitario, a pesar de que su propuesta allí es mucho más relajada, se le notan las maneras de su pasado. Así salió a escena sin ganas de dejar prisioneros al frente de su banda iniciática, los punks neoyorquinos D-Generation. Aunque provienen de la cuna del más genuino punk de su país, lo cierto es que su propuesta bebe y está hermanada con la más melódica versión californiana en himnos como She Stands There, Stealin time o Capital Offender. Pero no olvidan su cuna en las más abrasivas Feel like suicide, punk cortante con denominación NY, o la ramoniana Helpless. No olvida Malin en su labor de frontman alucinado soltar soflamas varias como “Kill the Nazis”, “wait for the next big parade” (presentando la canción homónima) o agradecer al publico con el tratamiento de “camaradas”. Y entre trallazos de Les Paul, la potentísima batería, un Jesse Malin que no dejaba de recorrer el escenario maltratando su pie de micro para desesperación de los pipas, fue transcurriendo trepidante el bolo hasta su cierre con No Way Out, su canción estrella de cierre y delirio colectivo.  Durante el resto del festival se pudo ver a Malin paseándose y atendiendo a varios de los bolos de ese y el siguiente día. 


Gran expectación había entre la parroquia más veterana y conocedora por ver la actuación de Television recreando su emblemático Marquee Moon. Que revisaron con precisión quirúrgica, con toda la atmósfera requerida para recrear tan legendario disco. Fieles a sus arreglos y alcanzando sus clímax. Un concierto que llenó y satisfizo a sus acólitos, conscientes de la influencia de aquel disco en un ancho espectro de bandas posteriores. La formación con Tom Verlaine, Fred Smith y Billy Ficca al frente arrancó con See No Evil, aunque quedaba claro que no se iba a tratar de una recreación ordenada, lo cual es un acierto ya que la revisión  en directo de un disco no debería estar encorsetada a su orden original. 

Pronto se vio a través de los solos de Jimmy Rip (el único miembro no original pero el más efectivo desde el inicio) que iba a ser una reproducción lo más fidedigna posible al original. Con Elevation se iniciaron las aproximaciones al reggae, con rasgueos a la contra en guitarras sincopadas y las secuencias simultaneando sus solos entre Verlaine y Rip. Prove It muestra su lado más enigmático y envolvente, cuestión complicada en un festival al aire libre. Y así fueron desengranando sus perlas, como Torn Curtain, Venus o Guided Light, con su aproximación, una suerte de avant garde rock con importantes dosis de jazz rock con la batería de Ficca golpeada como un ejecutante jazz y las guitarras ejecutando escalas insinuantes. 
Hasta llegar a la propia Marquee Moon, perfecto remate final para este concierto, con su ritmo repetitivo y rítmico. Su emplazamiento fue perfecto por sus extensísimos desarrollos, sus riffs infecciosos que quedan en la cabeza una vez terminado el concierto, elevando al público y demostrando que son capaces de revisitar esas atmósferas con la misma magia con la que fueron paridas a finales de los 70. Pocas son las obras que han aguantado con semejante frescura el paso del tiempo, de ahí que, edades de los ejecutantes aparte, su vindicación en directo nos parece un acierto.   


ZZ Top son una banda capaz de mezclar altas dosis de espectáculo con su música. La historia es antigua, ya lo hacían los ejecutantes de blues en el denominado Chittlin Circuit conscientes de que si quieres destacar tienes que ser capaz de ofrecer algo más. El trío formado por Frank Beard (imberbe batería), Dusty Hill y Billy Gibbons se presentaron con la misma pinta que la primera vez que les vimos, parece que se han quedado parados en algún lugar en el tiempo tras sus barbas, gafas de sol y sombreros. Difícil calcular su edad o el paso del tiempo, por desgracia la fecha de edición de sus primigenias 6 obras maestras aclaran el asunto. Con el outfit de esta temporada vestimenta negra, gorros redondos de explorador y guitarra / bajo fender rojas con una sola pastilla y relicadas hasta el mástil, salieron a escena y pronto demostraron que venían a ejecutar en poco más de la hora concedida un repertorio incontestable. Desde clásicos de los 70, empezando por la dupla inicial Waitin for the Bus / Jesus  just Left Chicago (¿existen mejores dos canciones unidas en un disco?) a la traca final de La Grange y Tush (misma reflexión, pocos grupos habrá capaces de cerrar con semejante dupla). Entre medio, disquisiciones ochenteras ejecutadas más orgánicamente y revestidas de cierto poso más blues que en sus originales, hablamos de Gimme All your Lovin, Sharp dressed man, Cheap Sunglasses, Im Bad I’m NationWide (estas dos últimas del intermedio Deguello 1979), y la peluda Legs. Todas ellas acompañadas de las clásicas coreografías de Gibbons y Hill andando en paralelo, cambiando de lado de escenario y chocando sus puños en efectivos guiños de espectáculo. Nosotros subimos al cielo con My Head’s in Mississippi y nos sorprendieron con la ejecución de dos versiones, un eficaz Foxy Lady de Hendrix (que ya señaló a un joven Gibbons entonces en un Movin Sidewalks como un guitarrista a tener en cuenta) y el clásico Catfish Blues cantado por Hill mientras Gibbons realizaba los desarrollos blues de la noche. No olvidaron la parada en su última rodaja (La Futura) con Gottsa Get Paid, que funcionó, y Flying High que naufragó merced al gran problema de la noche, el sonido. Si en un festival éste es especialmente necesario, en el cabeza de cartel, con un grupo como ZZ Top, un trío de sonido estratosférico, que permite por ejemplo los juegos de Gibbons punteando con una sola mano, o el bajo de Hill, el mejor secador para atusar melenas, esto debería haber obligación contractual de los tejanos. Y podemos afirmar que estaban al menos a la mitad del volumen necesitado. Una pena, creemos que el festival tiene desde este año una deuda con ellos. 


Las L7 salieron al escenario Bobby Keys con ánimo de vindicarse como la banda más potente de la primera noche. Y lo consiguieron a merced de su punk femenino, rabioso y orgulloso. Oscilaron entre el rock potente y hormonal de Deathwish o Fuel my Fire, con sus incursiones en una versión más pesada entre el metal y el hardcore angelino de Diet Pill o One More Thing. Animaron al personal a visitar las barras “cuanto más borrachos estéis, mejor tocaremos”. Sufrieron algún bajón lógico ante la intensidad desplegada, que resolvieron volviendo a su esencia de ese punk pesado que cantan turnándose las tres lideresas, lo que abre el abanico de tonalidades. Sin duda el paso exclusivamente femenino del festival marcó una cota difícilmente de superar en intensidad y agresividad por los colegas del sexo contrario, que habían pasado o quedaban por pasar por el mismo (u otros escenarios).

* Lee la visión de Josetxo Río Rojo para Mondo Sonoro

2 comentarios:

  1. No esperaba tan bien a los Dubrovniks, un grupo que me encantaba en su momento. Un lujo que hayáis podido ir, y un lujo poder leeros. Salud.

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    1. No estuvieron mal, no. Pero también habré de reconocer que yo no soy tan optimista con el set que dieron como Desperdicios. Pero vamos, que tuvo sus momentos...

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