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viernes, 29 de junio de 2012

Alejandro Escovedo
Big Station (Fantasy / Concord, 2012)
La energía del amigo


La carrera de Alejandro Escovedo no nació en 2006. Ni mucho menos. Tenía ya una sólida reputación como solista, y anteriormente nos había deslumbrado en sus etapas en The Nuns, Rank and File y True Believers o cualquiera de sus múltiples colaboraciones. Pero ya nos hicimos eco en el Río del vuelco al corazón que nos produjo hace años ver en al cubeta de una tienda de discos el homenaje Por Vida: A tribute to the songs of Alejandro Escovedo. (...)


Todos sabemos lo que significan ese tipo de homenajes elaborados por los que son tus pares y te tienen estima. Sí, estuvo a punto de dejarnos por una hepatitis C y, para vergüenza del sistema de salud americano, quedó prácticamente sin un dólar. Pero a partir de ahí, todo fueron buenas noticias. Su recuperación física, y sobre todo, su recuperación musical. Comenzó colaborando con John Cale, para pasar posteriormente a realizar dos discos mano a mano con Chuck Prophet, Real Animal (2008) y Street Songs of Love (2010).

Y ahora aquí está de nuevo, y continúa de la mano de Prophet, sin saber aún si esto cierra una trilogía o es simplemente un paso más en una colaboración a largo plazo. Pero volver junto a Chuck Prophet hoy en día es garantía absoluta de calidad. El estado de forma de éste es actualmente descomunal. Tanto en estudio como en directo demuestra que está en uno de los momentos más dulces de su carrera. Y eso se nota en Big Station, gozoso, luminoso, lleno de fuerza rock desde la inicial Man of the world, con riffs sabrosos, palmas, coros,…, y un aire a The Clash que cierra el círculo y que ha impregnado hasta a Alejandro Escovedo. Porque no somos los únicos que consideramos que parte del buen momento de Prophet nace de la energía asimilada durante la gira que realizó interpretando de principio a fin London Calling.

Pero continúa el disco con los coros y ambiente festivo de Big Station y el contrapunto inmediato de Sally was a cop, reflexión sobre el narcotráfico fronterizo que recuerda en muchos momentos a David Bowie (que Tony Visconti produzca algo tendrá que ver). Y la versatilidad del álbum la saboreamos a continuación con la deslumbrante Bottom of the world, un rock acústico que remite directamente a Dylan y que hubiera firmado con los ojos cerrados Elliott Murphy. Qué pedazo de canción, engancha desde la primera nota de la acústica.

Y entre la trompeta de Can’t make me run, el ambiente Springsteen de San Antonio Rain, el altivo pop-rock de Headstrong Crazy Fools o la fiesta garage-pop de Party People, llegamos al punto final (de momento). Y se atreve con un bolero clásico, de especial significado en su familia. El Sabor a mí de  Álvaro Carrillo suena a guiño personal, a añadido particular por musicalidad e interpretación.

Pero a pesar de que encaje poco con el resto de Big Station, nos encanta. No en vano, en el Río, y nunca lo hemos ocultado, tenemos alma de bolero.
De boleros enfermos de amor.

Suena la corriente: "Bottom of the world" - Alejandro Escovedo


5 comentarios:

  1. Lo vi en San Sebastián hace una semana. UNA DECEPCIÓN. No he escuchado todavía su nuevo álbum, Prophet es garantía de calidad y estoy seguro de que en el estudio no defraudará tal y como lo hiciera en sus dos entregas anteriores, posiblemente las mejores de su carrera cuando ya dejó atrás las sesenta primaveras.
    Pero en directo... Puede que fuera el teatro porque dio la sensación de que no se sentía cómodo en un lugar tan sobrio; quizás la banda: batería, guitarra y bajo recién fichados, dieron la sensación en muchas canciones de estar ensayando; no sé, contó la anécdota de su hijo, a quien le gusta el hip hop y piensa que la música de su padre es música para viejos y por momentos le di la razón, parecía cansado, sin voz, sin espíritu. "Sabor a mí" dio vergüenza ajena y la final versión de "Beast of Burden" de los Stones hubiera quedado muy bien en una verbena (y ahí me recordó a partes de los últimos conciertos de Elliott Murphy, al que admiro profundamente), pero, sobre todo, mostró sus carencias vocales.
    El disco, con Visconti y Prophet, seguro que sirve para quitarme el mal sabor de boca, tu crónica así me lo hace suponer.
    UN ABRAZO.

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    1. Pues ya lo siento, Coco. Me hubiera gustado estar en ese concierto, pero no pudo ser. Soy poco objetivo con este hombre, a quien sigo desde hace tiempo. Y este disco me a gustado, aunque reconozco que guardo mejor recuerdo de The Boxing mirror y Real Animal, entre sus obras recientes.
      Y ya he leído en alguna otra crítica de su reciente visita cosas no muy positivas sobre Sabor a mí.
      En el disco parece que sobra, y yo la he tomado como un añadido personal (creo que por ahí van los tiros). Y como ya he dicho, soy tipo de boleros!

      En cualquier caso, cuando le pegues la merecida escucha, ya me comentarás.

      Un abrazo.

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    2. Joder, qué daño (estoy atontado...). Quería escribir que "este disco me HA gustado". Perdón.

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  2. Fantástico disco. Y excelente reseña, veo que también le ves esa vena Bowie via Visconti, me resulta genial. Aun gustandome mucho me falta rodarlo un poco más, el anterior me continua gustando más, será cuestión de ir escuchando. De lo que no hay duda es de la calidad de este señor del rock.
    Saludos

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    1. La vena Bowie en voces y algunos temas, y la Visconti en muchas de las instrumentaciones, y sobre todos, esos bajos. Para mí, ahí están.
      Abrazo.

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