Páginas

jueves, 12 de abril de 2012

Paul Weller
Sonik Kicks (Yep Roc/Universal, 2012)
El peligro del exceso


Paul Weller es un culo inquieto. Y va por libre. Dos aspectos cuya combinación en ocasiones causa auténtico pavor en la industria, la crítica y los seguidores del artista. Porque nunca está controlado por dónde puede tirar, hacia dónde puede dirigir sus pasos. Son muchos años, muchos discos, muchas canciones y muchos hitos los que ha ofrecido a la historia de la música moderna popular. Su estatus es el de esos artistas que pasean un sobrenombre, The Modfather, aunque su música ya diste bastante del origen del mismo. (...)


Pero alguien que dio nombre, forma y alma a The Jam, una célula de power-pop pura, y que la mató en su momento álgido, para que desapareciera sin mácula, que posteriormente se precipitó en un mundo que consideraba más propio, con el funk-soul de The Style Council, que en 1992 comenzó una carrera en solitario en la que, llegado el punto en que parecía languidecer, supo dar un volantazo a partir del excelente 22 Dreams de 2008, continuada por el no menos sabroso Wake up the nation de hace un par de años, se puede permitir esa libertad sin necesidad de coartadas.

Incide Weller en las entrevistas que ha concedido a raíz de la publicación de este Sonik Kicks en la necesidad de tener una mente abierta, no ponerse cortapisas a la hora de adentrarse en terrenos más experimentales, no sentirse en ningún momento atado por lo que industria y seguidores esperen de él. Y justifica de esta manera el sonido general del disco, que ha sido etiquetado como una obra de música electrónica.

Pero uno duda que la mera introducción de una producción que ofrece una sonoridad electrónica sea suficiente para declarar el carácter experimental de la obra. En el fondo, Sonik Kicks no es más que una colección de excelentes y musculosas canciones de power-pop, soul de alma muy negra y derivaciones free-jazz. Eso sí, arropadas por muchos cacharritos. Y es aquí donde puede residir el exceso.

Porque si exceptuamos la inicial Green, el interludio Twilight y algunos momentos de Drifters, que sí pueden rozar una estructura más experimental, nos encontramos con lustrosas urgencias de pop-rock simple y puro en su esencia, como The Attic, la trotona Kling I Klang, la bailable The Dangerous Age o When your garden’s overgrown, y con canciones dotadas de alma llena de puro soul, como la deliciosa Be happy children o By the waters.

El disco ha girado inopinadamente en muchas más ocasiones de las que en un primer momento hubiera esperado. Y es porque el grueso de canciones engancha, el músculo y el alma del Paul Weller más clásico está en ellas. Pero uno no deja de preguntarse cómo hubiera sonado Sonik Kicks con una instrumentación clásica y básica de power-pop.
Ya, le hubieran acusado de no evolucionar, de no adelantarse al tiempo. 
Pero esto no siempre se arregla con el exceso.

Suena la corriente: "The Attic" - Paul Weller



2 comentarios:

  1. Tengo que escucharlo más para tener una opinión más subjetivamente objetiva. Me está costando más de lo habitual aunque reconozco que tiene algún tema welleriano de pura cepa. Sea como sea, uno de los pocos grandes que mantiene el nivel a mi gusto. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fíjate que yo, tras las dos primeras escuchas, pensé que no duraría mucho en el playlist. Y sin embargo, ahí está.
      Eso sí, no dejo de pensar qué tal hubiera sonado básico.
      En cualquier caso, Weller es ya un clásico.

      Eliminar