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miércoles, 4 de agosto de 2004

Domingo 1 de Agosto: El día en el que cerraron las puertas

Andy, desde Paraguay, me remite este correo. Espero que a su autora no le importe que lo publique. Por y para mi "otra gente"

"Que diferente esta todo.  Las calles de Asunción están mustias y solitarias, pareciera que todo se detuvo por un momento, esperando despertar de una pesadilla. El silencio aturde, ensordece, y el aire que se respira es un aire de agonías. Los rostros ardiendo se apoderaron de los vientos y nos dieron parte en dolor de su muerte.

En el denso silencio, solo se escuchan los gritos de nuestros amigos, de nuestros vecinos, de la abuela con los regalos, del chico del carrito, del señor de las verduras, de nuestra gente, de nuestro pueblo suplicando por un segundo más, un segundo solamente, para intentar salvar sus vidas de la furiosa llama de la muerte.

Eran familias enteras en un domingo de supermercado preparando el entrañable almuerzo familiar, eran festejos, eran madres y padres llevando con amor el sacrificio de todo un mes a la casa, eran niños eligiendo lápices de colores para las tareas de la escuela, eran madres eligiendo las mejores verduras para sus hijitos, eran niños deseando impactados unos juguetes, eran sueños, eran proyectos, eran vidas.

Creo que se los puede escuchar aún:
- ¿Mamá por qué cerraron las puertas?
- ¡Señor no queremos robarle, es que nos cuesta respirar, es que nos lastima el fuego!
- ¡Cuidado, no pisen a la niña!
- ¡ Abra Señor, mis hijos me esperan!
- ¡Abra Señor mi familia esta adentro!
- ¿Papá?
- ¿Mamá que pasa?
- ¡ Señora siga caminando!
- ¡Abuelo no te mueras!
- ¡Abra por favor!,
gritos que retumban en nuestros oidos y no nos dejaran olvidar el dia que se cerraron las puertas a sus vidas.

Más de trescientos cuerpos presos en una lujosa y moderna trampa de muerte, trampa de colores con olor a pan fresco, caldera con ductos de aire acondicionado, templo mezquino de fieles ingenuos.

Estuvimos con ellos, quisimos defenderlos, quisimos ayudarles a respirar, tiramos piedras contra la trampa y rompimos sus ventanas, abrimos huecos en las paredes de la trampa, pero la trampa era demasiado fuerte y el fuego traicionaba a su favor.

Hoy hay puestos de trabajos vacíos, hoy hay sillas en las guarderías vacías, hoy faltan abrazos de madres, hoy faltan consejos de abuelos, hoy falta alguien que empuje la hamaca, hoy sobra un plato en la mesa, hoy falta una canción, hoy falta uno en el equipo de fútbol, hoy faltan los que cayeron en la trampa.

Familias enteras se enfrentaron al fuego tomados de los brazos, otras personas lo hicieron abolutamente solas, ancianos, jóvenes, niños, pero todos estaban unidos en un solo grito que hizo temblar la tierra y la trascendió, dando testimonio del dolor, la desesperación, la impotencia,
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ABRAN LAS PUERTAS!!!!!!!!!!!!.
Se abrieron las puertas del Cielo."



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