
Por supuesto que hay ocasiones, muchas, en que eres consciente de la futilidad de escribir cuando de música se trata. De hecho, debería ser un ejercicio de humildad insoslayable el reconocer que, al menos lo puesto sobre blanco aquí, sobra. Para qué, si las armonías están ahí, y sólo hace falta alcanzarlas. Son otras obligaciones internas y oscuras las que hacen que este Río siga avanzando empujado por esa supuesta obligación. (...)