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lunes, 9 de febrero de 2015

Sofá de lectura:
Rick Bragg
Jerry Lee Lewis. His own story (Harper Collins Books, 2014)
No disparen al pianista


*Autor: Jaime G. López "Desperdicios"

Como se podrá imaginar el lector de estas líneas, el artefacto que nos disponemos a reseñar es el perfecto manual de la estrella de rock. Infancia trágica que forja el carácter determinado que llevará a su protagonista a alcanzar el estrellato para, en la secuencia siguiente, nunca más cierto en este caso, pegarse el castañazo más grande, descender a los infiernos y volver a ascender a la fama en otras tantas ocasiones, ya que en este caso la historia es un poco más generosa con su protagonista. Todo ello regado con todos los excesos del manual de estrella del rock que el protagonista ayudó a tallar en piedra y en el que tantos otros después se zambullirían, en muchas ocasiones para no contarlo. (...)



Conviene aclarar que no se trata de una autobiografía de su protagonista sino de la detallada descripción que de esta prodigiosa aventura ha realizado su autor, el profesor universitario Rick Bragg, a partir de interminables sesiones y conversaciones con el Killer en persona. Al parecer una colaboradora que tuvo la atrevida ocurrencia de silenciar el televisor mientras conversaba con Lewis fue apartada del proyecto inmediatamente por semejante atrevimiento. El asesino no ha perdido su genio.

Resulta este libro muy aclaratorio para entender el personaje, de la prematura muerte de su hermano mayor, de voz angelical y grandes facultades musicales, mientras su padre cumplía condena por tráfico ilegal de alcohol, pasamos a encontrarnos con el carácter salvaje, incontrolado y suicida de nuestro protagonista, todo ello posibilitado por la protección de una madre que, debido a la pérdida antes mencionada, nunca dejó que nadie pusiera la mano sobre su hijo, ni siquiera su padre, para enderezar el carácter indomable del muchacho. Sentarse a un piano y que sus manos mágicamente supieran donde ir no es el único milagro, como explica más adelante cuando se le ocurrió poner el pie sobre un teclado, el milagro volvería a ocurrir. Sus incursiones al barrio negro de la ciudad para observar a hurtadillas en el bar de Will Haney a prodigios del blues y el boogie-woogie de quienes, pese a no reconocerlo, aprendería muchos de sus trucos. Finalmente, plantarse en el número 706 de la Union Avenue de Memphis y saltar al estrellato gracias al hueco dejado por Elvis en la factoría de la SUN es todo uno, especialmente después de su paso por el show de Steve Allen el 28 de Julio del 57, en una de las más incendiarias apariciones televisivas que habían ocurrido en América hasta entonces... y me atrevo a decir que desde entonces. La culpa (tras un par de infructuosos singles) fue de un viejo blues, Whole Lotta Shakin' Goin’ On, que en el momento de la aparición televisiva estaba siendo prohibido por la mayoría de las emisoras sureñas debido a la sexualidad de su contenido.

Después de aparecer en la TV, su éxito sería imparable. Es en esta parte cuando el libro resulta más excitante, contando las giras que junto a Carl Perkins y Johnny Cash les llevarían hasta Canadá, sus conflictos con todo aquel artista con el que compartiera escenario y pretendiera actuar después de él, y que acabaría con Chuck Berry corriendo espantado con Elmo Lewis, padre de nuestro protagonista, corriendo tras él con un cuchillo para solventar las rencillas entre ambos. Y justo en ese momento de gloria surge la controversia, matrimonio mediante, con su prima Myra, de trece años, con la que convivía en el hogar de su primo. Es en este pasaje donde el libro se torna muy revelador al haber dado detalle de cómo tres familias (los Lewis, los Swaggart y los Lee), todas ellas emparentadas entre sí, formaron un núcleo en la ciudad de Ferriday, Louisiana, para apoyarse e intentar prosperar juntos en tiempos bastante difíciles. Y el núcleo creció en sentido literal emparentándose unos con otros y creando en ocasiones hasta triples parentescos entre sus protagonistas. Los matrimonios entre familiares eran habituales en el entorno de Jerry Lee y también realizarlos a edades muy tempranas. Por supuesto, si hoy nos parece una aberración, aún peor opinión tuvieron en la conservadora Inglaterra de finales de los 50 y para sorpresa del lunático protagonista, de vuelta a casa las cosas no fueron mucho mejor, perdiendo el apoyo de Sam Phillips e iniciando una etapa de declive en su sello y que se sumaría a la muerte accidental del primer hijo del matrimonio.

Por supuesto, Lewis resurgiría como el Ave Fénix, convirtiéndose en un reputado intérprete de música Country y siendo reconocido por sus pares en su país y al otro lado del Atlántico. Más adelante su vida se convertiría en un imparable torbellino de anfetaminas y alcohol del que se despertaría a veces en lugares extraños, como cuando fue encarcelado tras empotrar su Lincoln en las puertas de Graceland con un 38 encima de la guantera. Por supuesto, él tendría explicación para el suceso, el arma y sus propósitos, por desgracia no volvería a ver al Rey con vida para explicárselo. Matrimonios tormentosos, muertes a su alrededor, jalonaron su trayectoria en la que a la caída a lo más bajo siempre le sigue una resurrección, como la que actualmente vive merced a tres discos que le han emparejado en los últimos años con la aristocracia de la música rock, country y de raíces para revivir viejos éxitos o estándares de la música vaquera que él interpreta como nadie. Como él mismo se reconoce, uno de los cuatro grandes estilistas norteamericanos junto a Al Jolson, Jimmie Rodgers y Hank Williams, uno de esos artistas capaces de hacer reconocible, propia  y magistral cualquier canción que toque. Y vive dios que al orgulloso y bocazas Jerry Lee no le falta razón. Dejen que les cuente un último secreto: dicen que la longevidad del Asesino se debe a que está totalmente aterrado de lo que le espera al otro lado, al parecer esa lucha que siempre tuvo entre sus creencias y sus vivencias sigue intacta y tiene total convencimiento de que efectivamente los rockeros van al infierno, está claro que ninguno ha vuelto para contarlo.

Pues todo eso y muchísimo más, como sus relaciones con sus pares, el porqué de su apodo, cientos de anécdotas salvajes y una vida única es lo que encontrarán en esta obra que no pierde interés desde el inicio hasta su final. Estamos seguros que Jerry Lee secundaria esta recomendación.

Suena la corriente: "Whole lotta sahin' goin' on" - Jerry Lee Lewis



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