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viernes, 21 de noviembre de 2014

Hiss Golden Messenger
Lateness of Dancers (Merge Records, 2014)
Madera viva


La madera es un ser vivo. Nadie lo duda en el árbol que crece en el monte, en la ribera, el que forma el bosque que corrimos de niños. Pero la madera, ya cortada en tablones con destino aún incierto, sigue siendo un ser vivo. Un ser que reacciona a los cambios, de tiempo, de lugar, de temperatura, de cariño. También de esto. Así me lo contaba un viejo maderero durante los, muchos, años que trabajé en un aserradero. (...)

Y es entre las virutas, entre el polvo vivo salido del tronco, entre los olores a bosque fresco, donde amé la madera. Para siempre. Sí, la cortamos y transformamos porque la necesitamos para nuestra vida. Habrá otras alternativas, pero nunca ofrecerán el calor del hogar. La palabra hogar, tan alejada de casa, edificio, residencia, parece exigir madera, como exige calor. Y allí, en aquel aserradero (la madera se puede y debe cortar, es cuestión de hacerlo con conciencia), aprendí a asociar la madera a muchas cosas de la vida.

Hiss Golden Messenger es pura madera. Su música respira por los poros abiertos de la corteza de un árbol. Sus canciones muestran los anillos de crecimiento perfectamente identificables, naciendo y partiendo de tradiciones musicales que aúnan los sonidos de una tierra que fue libre, agua de country, fuego de blues y soul, tierra de folk, viento de rock. M.C. Taylor canta a la profunda raíz del árbol, pero canta igualmente al tablón transformado que servirá de pilar para levantar una casa que se convertirá en hogar con suelo de madera calentado por estufa de leña, mientras una niña te hablará del día, Day O Day, y fuera, entre canción y canción, sonará el campo, con todo su sonido. 

M.C. Taylor es madera pura. Acompañado por su habitual Scott Hirsch (ambos siguen siendo Hiss Golden Messenger, pero ellos y nosotros sabemos que lo es Taylor) y un grupo de amigos y vecinos, Megafaun (Phil y Brad Cook), Mountain Man (Alexandra Sauser-Monnig), Terry Lonergan, William Tyler, han transformado Lateness  of Dancers en el álbum con mayor olor a aserradero, a madera viva, de este año. Desde la cubierta de madera, cómo no, de esta barcaza que surca el río, uno ansía el embriagador sonido del whiskey y del bar de Saturday’s Song, la delicadeza desarmante de Day O Day (A Love so Free), los aires de tiempos pretéritos de una balada arrastrada como Black Dog Wind (Rose of Roses), el amor a una tierra de Southern Grammar, cuatro canciones que hacen un hogar, y lo abrillantan con la nostalgia de Lucia, la intensidad de Mahogany Dread o el calor a violín country de Drum.

Hiss Golden Messenger es madera pura. Como lo es el bosque bajo el arco iris de la portada. Como lo son los sonidos de sus guitarras, sus banjos, sus steels, sus pianos, sus hammonds, sus tambores. Es la misma madera noble que puebla las vetas de Bob Dylan, de The Band, de J.J. Cale, de Allman Brothers, de Bobby Charles, de la Creedence, de Smog, del granero de Neil Young…, de todo a lo que suena este delicioso Lateness of Dancers.
A madera.

Suena la corriente: "Saturday's Song" - Hiss Golden Messenger



1 comentario:

  1. Que bien lo has definido en este post, es un discazo como una catedral.
    Salud amigo

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