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miércoles, 5 de febrero de 2014

The Autumn Defense
Fifth (Yep Roc Records, 2014)
La bella placidez sin riesgo


El disco tranquilo. Aquél que posiblemente no desgarre ni embravezca emociones, pero es capaz de ir ocupando un hueco relajado, extendiendo unos tentáculos que no aprietan pero agarran sus ventosas para no soltar la pieza. Tal vez sea eso que se llama soft-rock. Tal vez no haya peligro, tal vez el riesgo no vaya con ellos, pero son capaces de quedarse. (...)


Estas consideraciones son las que me transmiten obras como las de The Autumn Defense. Llegué a ellos tarde, con su Once around de 2010, y de ahí, quedaba mirar atrás a sus tres trabajos anteriores, The green hour (2001), Circles (2003) y el homónimo de 2007. Y todos tienen la textura de la obra bien hecha, de la calma y el arrumaco, del dingolondango que acaricia. Hombre, sabiendo quiénes están detrás de The Autumn Defense, uno no esperaría otra cosa más que la excelencia al menos en cuanto a la ejecución. El bajista John Stirratt llegó a Uncle Tupelo para participar en su último disco, y desde allí ya no abandonó a Jeff Tweedy cuando éste montó Wilco. Por su parte, Pat Sansone es hoy en día miembro fijo de Wilco en su faceta de multi-instrumentista.

Así que, en efecto, uno escucha la perfección del sonido de unos tipos, Stirratt y Sansone, que vienen jugando en su banda madre con la misma desde hace tiempo. No, por este lado no hay pegas. The Autumn Defense llena su tiempo entre gira y gira, grabación y grabación de los de Tweedy. Tampoco hay pegas en este punto, donde han alcanzado ya una continuidad en muchos casos insospechada en bandas paralelas. Y en su quinto disco hasta la fecha, poco originalmente llamado Fifth, se rodean de la banda de acompañamiento habitual en sus presentaciones en directo, al contrario que en anteriores ocasiones donde era norma que aparecieran otros miembros de Wilco. Una vez más, sin pegas, ya que perfila su personalidad más allá de la del gigante que les da vida comercial.

Y como decíamos, ese soft-rock vuelve sus ojos a la Costa Oeste, a ese pop que en los 60 y 70 dio lustre a veranos y otoños. No eluden el aire melancólico que les viene desde el propio nombre, no tienen problemas en sonar a los Eagles más condescendientes con la FM americana, se mueven con un ojo en los sonidos del Laurel Canyon o el otro en el Brill Building, se empapan por momentos de la esencia Beatle que tanto abunda en las composiciones de Wilco, a quienes recuerdan más de la cuenta en cortes como I can see your face o What's it take… Pero de la misma manera honran las melodías y juegos vocales de Byrds, CS&N o incluso se acercan a los postulados de Posies y Big Star. Vale, decíamos que no arañan, no llegan a la altura de esos nombres, todo lo hacen con una excesiva limpieza, pero eso no invalida el encanto de los juegos vocales de Under the Wheel, la casi bossa de Why don’t we, el nervio angelino de Things on my mind, la ternura de August Song o la crepuscular tristeza que desprende None of this will matter. Pero es que encima son capaces de sacarse de la manga dos joyas power-pop como This thing that I’ve found, con ese toque tan Raspberries, y The light in your eyes, que entre recuerdos a los Beach Boys, ensortija una melodía que haría las delicias de Teenage Fanclub.

Aquí no hay peligro, aquí hay placidez. Pero engancha.

Suena la corriente: "Things that I've found" - The Autumn Defense



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