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viernes, 14 de junio de 2013

Iñigo Coppel
Evidence, Bilbao (13/06/2013)
La soledad del músico


Que Iñigo Coppel es un cuentacuentos, un narrador, un juglar, lo reconoce él mismo en alguna de sus letras. Y queda más claro cuando se presenta con su acústica, en la soledad propia del músico. Tiene canciones que desbordan interpretadas con banda, pero que se sostienen sin la más mínima duda desnudas, tal y como fueron paridas.

Como juglar que ha mamado de la música americana, bebe del blues, del folk, con las gotas del autor que canta necesarias, pero su dominio de la guitarra lo envuelve todo de lo que es en esencia, puro rock de raíz. Y como juglar que es, no olvida otros caminos, con Jacques Brel en la mente y versión incluida, la preciosa Ver a un amigo llorar, o esos aires al tango que bailan algunas de sus composiciones, con encuentro cara a cara con Gardel En el Olympia. (...)


Cuando la música se presenta desnuda, necesita de fibra y sentimiento. A Coppel le sobra. La deliciosa El tiempo lo cura todo es claro ejemplo de cómo adentrarse en los caminos del desamor y volver a levantarse, no nos queda otra. No rehúye el compromiso social, propio (Cambiando el sistema desde dentro) o ajeno hecho propio, como esa versión castellanizada por él de la sobrecogedora Where have all the flowers gone de Pete Seeger. Pero si algo caracteriza sus letras, es una socarronería que sobrepasa la simple ironía. Es ahí cuando uno disfruta sus cuentos, que lo son con principio, nudo y desenlace. Como la desopilante historia de Iñigo Coppel viaja a la Edad Media y acaba salvando su vida con el rock&roll, todo explicado en el título, todo desarrollado en jocosas estrofas, todo resumido en ese soy un simple juglar ante el tribunal de la Inquisición.

Esa chulería del socarrón es la que empapa Que hubieran estudiado, Anoche hablé con Jesús, mientras le cuenta el mundillo musical y antes de perdonarnos a todos, o la lectura interiorizada por un niño ante el primer bofetón (literal) recibido por amor en Laura y las desventuras del joven Coppel.

Una manera de contar historias en primera persona o citándose a sí mismo, que alcanza el genio en la celebrada Blues hablado sobre el mayor fan de Bob Dylan del mundo, donde disfrutas con el soterrado reproche a quienes se creen poseedores de las credenciales de autenticidad, en este caso en el mundo Dylan, pero extrapolable al mundo Young, al mundo Springsteen, al mundo rock en general. Una gozada.

Con descanso para cigarrito y charla, y ya abandonada la sala por un grupo de nenas y nenes que desde el otro extremo se empeñaban en que todos, incluido el músico, fuéramos partícipes de su excitante conversación, encara la recta final, tras picar en sus discos ya publicados y anticipar canciones de su inminente nuevo trabajo, con dos joyas que suenan sentidas y embriagadoras: En las calles de Madrid del tándem Sabino/Loquillo y siguiendo el hilo del gran Pepe Risi, Una noche sin ti.

Cuando se despide a los acordes de Odio a los number one de Los Enemigos, sabes que entre socarrones anda el juego, y que mejor nos iría si hubiera más Iñigos Coppel, en la edad media, en el presente, y en el futuro.

Suena la corriente: "Blues hablado sobre el mayor fan de Bob Dylan del mundo" - Iñigo Coppel


1 comentario:

  1. Que bueno es este Dylan Blues recuerdo la primera vez que lo oi me quedé flipao y como clava, guitarras voces y armonicas. Mato por escuchar ese "una noche sin ti" Poquito queda red river, ya mismo estás en mis brazos

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