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viernes, 6 de julio de 2012

Langhorne Slim & The Law
The way we move (Ramseur Records, 2012)
Los caminos que parten del garaje


En 2009, Langhorne Slim publicó Be set free, el que hasta ahora era su último trabajo. Recuerdo aquella portada. Si no te fijabas bien, o si lo hacías en la distancia, podías pensar en algún bootleg olvidado de un jovencito Lou Reed. El parecido era asombroso. E incluía una de esas melodías pop que poco a poco van convirtiéndose en una de esas canciones capaces de marcar un año, Say yes. (...)


No era su primer disco. Ya había publicado anteriormente When the sun’s gone down (2005) y Langhorne Slim (2008). Pero sí era mi primer contacto con el músico de Pennsylvania, nacido en la localidad de la que tomó su nombre, y el que me hizo acercarme a anteriores trabajos. Todos trufados de ese folk tan característico, aunque Be set free ampliaba sus miras, como hemos comentado, hacia el power-pop.

Por qué decimos folk tan característico? Porque en el caso de Slim, lo suyo no se puede quedar en una mera etiqueta. Y su nuevo trabajo, The way we move, es un clarísimo ejemplo. A ver, es folk, sí. Pero es profundo y urgente garage, es actitud punk, es blues, y es, y en este caso mucho más, puro soul. Sean Scolnick (su auténtico nombre) sabe aunar como nadie todas estas influencias. Y no nos llevemos a engaño. The way we move es una obra mucho más acústica que la anterior, donde guitarras, banjos, pianos, y esa batería machacante y lo-fi acompañan a una voz con un registro mucho más agudo y un sentimiento más rabioso que en anteriores trabajos. Y sin embargo, me sabe a un disco de puro garage por un lado, y de puro soul sufriente por otro. Algo tendrá que ver que se grabara en directo (tras una financiación basada en crowdfunding), y que despiece líricamente el final de una relación y la asunción de que la vida sigue, y debe y puede seguir bien.

El comienzo es antológico. The way we move y Bad luck las estás cantando y masticando a partir de la segunda escucha. Y si pensabas que por ahí iban a ir todos los disparos, de repente sale del cañón la bala de Fire. Y ahí ya te desarma. Una deliciosa pieza soul punteada por pianos, órgano y vientos. Actitud y sentimiento a borbotones. Y el disco es capaz de mantener un nivel casi semejante. Desde el punteo sensible, bajito, como acariciando, del banjo en Salvation, a los aromas soul de On the Attack, Coffee cups o la espléndida Past lives cerrando el disco. Y por ahí han pasado el rock’n’roll primitivo de Found my heart, pura fuerza y rabia, o los recuerdos a Violent Femmes en Great Divide.

Sí, Langhorne Slim es algo más que folk, soul o garage. Es todo ello junto y a la vez manteniendo su esencia.
Y The way we move, un batido vitaminado de excelentes resultados.

Suena la corriente: "The way we move" - Langhorne Slim & The Law



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