Que vivimos tiempos oscuros, posiblemente los más oscuros desde la segunda gran guerra, es un hecho que sólo los más necios pueden negar. Asistimos al desmantelamiento de casi todo lo construido desde entonces, la máxima no future empieza a cobrar un sentido que nunca había tenido más claro (más oscuro en este caso) y pocos podemos decir dónde estaremos dentro de unos años. Y de hecho, los que están procediendo a este desmantelamiento son los originarios y los beneficiarios del mismo. (...)
Y mucha gente anda (andamos) muy enfadados. Y la rabia suele cobrarse su cuota de venganza. Porque el que no tiene nada (o atisba que no tendrá nada), nada tiene que perder.
La rabia y el cabreo se expresan de diferentes formas. Pero se intuye en el campo profesional de mucha gente. Richard Hawley no es ajeno a este momento y ya expresó su rabia contenida en diferentes entrevistas. Quien estaba convirtiéndose en uno de los crooner más conspicuo de este siglo no puede evitar dar salida a sus frustraciones más oscuras. Con Coles Corner, su obra mayor hasta el momento, demostró una sensibilidad pop llena de intimismo y lirismo, extendida en Lady’s Bridge (con aquel pelotazo feliz llamado Tonight the streets are ours) y cerrada hasta el momento con el susurro al oído que supuso Truelove’s gutter.
Pero quien esperara una continuación casi rutinaria por esta senda pavimentada sobre una alfombra verde, no podrá dejar de sorprenderse ante el asfalto rugoso que ha encontrado bajo sus suelas a la vuelta del siguiente recodo. Standing at the sky’s edge es un disco opaco, angosto, angulosamente psicodélico, donde la distorsión ocupa un lugar hasta ahora sólo atisbado en sus conciertos. Se ha endurecido en sonido, en ambientación, en voz, en alma.
Los cuatro cortes iniciales, desde el sitar angustioso de She brings the sunlight hasta el explícito homenaje a The Stooges de Down in the woods conforman un comienzo que ofrece un disfrute no por inesperado menos atractivo. De la rabia contenida, en esto del rock, siempre se ha podido entresacar momentos de alto valor sentimental. Su voz remite a las primeras obras de Mark Lanegan, su ambientación lo hace más a Spiritualized que al crooner de visión afilada y amorosa de discos anteriores. Solo después de ese inicio, cuando quien ha aceptado su nueva propuesta ha caído ya rendido a ella, se atreve a sosegarse con Seek it, el único corte que no hubiera desentonado en Lady’s bridge, seguido del minimalismo de Don’t stare at the sun y The wood collier's grave. Para cerrar el disco como empezó.
Y con este quiebro, traído por una realidad machacona o por un intento de no repetir esquemas, Richard Hawley se ha marcado un trabajo que da nuevas perspectivas a su carrera. Sin querer caer en comparaciones que habitualmente resultan vacuas, escuchando Standing at the sky’s edge imagino el disco que Lanegan no nos ha regalado con Blues funeral.
Y pienso que estos tiempos, a su pesar, también dan lugar a cosas buenas.
Suena la corriente: "Down in the woods" - Richard Hawley
Suena la corriente: "Down in the woods" - Richard Hawley
Buenos días Red, estoy bastante de acuerdo contigo, andaba yo esperando alguna reseña para contrastar mi opinión personal, porque es un disco que estoy oyendo mucho estos días y dices bien cuando lo etiquetas como rugoso y áspero, es un disco de guitarras, la voz, que antes era preponderante y dominaba el conjunto, queda ahora no oculta, pero si arropada por un sonido musculoso. Estoy de acuerdo en lo de Spiritualized, que por cierto aún tengo que prestarle atención a su último disco recién salido. Saludos Red!!
ResponderEliminarLo de la voz es cierto. Supongo que si antes encaraba su faceta de crooner de nuevo cuño, al menos en este disco ha decidido dar preponderancia a las guitarras y la distorsión.
EliminarRespecto al nuevo de Spiritualized, está en capilla. Ya comentaremos.
Un saludo
Evidentemente, Down on the woods toma el riff de 1969, pero mucho del disco bebe directamente de la rabia del raw power.
ResponderEliminarEn lo que a mí respecta, ha sido una absoluta sorpresa de disco.