Hoy, a la hora en que se publica este texto, yo no estaré en mi casa. Ni siquiera en la ciudad en la que vivo y nací hace más años de los que quisiera. Son las ventajas de la programación. Estaré a más de 3.000 kms., en Bucarest. Habré ido tras los anhelos de gloria que aplicamos nosotros, las personas cuando somos masa, a lo que de hecho no es más que una diversión. Una simple y lúdica en su inicio diversión que desgraciadamente, ha traspasado más de una barrera que debería haber sido infranqueable. (...)
Porque entre todos hemos convertido al fútbol en algo en sí mismo, hoy en día, insufrible. Siempre he sentido cierta vergüenza cuando veo las celebraciones de títulos por otras aficiones. El mismo pudor que siento cuando veo celebraciones del equipo al que sigo. No es una cuestión de los demás no, yo sí. Es más la constatación del sentido de aborregamiento cuando la persona entra a formar parte de la masa. Los políticos, esos bastardos con bastón de mando, lo saben, aquí y en todo el mundo. Por eso prefieren cortar cualquier tipo de derecho antes de exigir a los clubes de fútbol que paguen sus deudas. Los clubes tienen dinero para hacerlo, pero deberían prescindir para ello de su forma de entenderse a sí mismos hoy en día.
Y sin embargo, el fútbol no tiene la culpa. Las creaciones lúdicas del ser humano nacen para ayudarnos a olvidar, aunque sea durante un efímero espacio de tiempo, la mierda de vida que nos hemos regalado. La música, canal principal de este Río, y el fútbol, canal más que secundario, se parecen, en esto, mucho, tal vez demasiado. Soy más de disfrutar conciertos en salas pequeñas, generalmente con poca gente, que en estadios, con asistentes que en muchas ocasiones no tienen otra explicación de su asistencia al evento que la simple sensación de pertenencia a una masa. Disfrutaré mil veces más viendo junto con no más de 100 personas a Chuck Prophet o Willie Nile que acompañado de 50.000 viendo a Springsteen o los Stones. Y sin embargo, alguno de los momentos más sorprendentemente sentimentales de mi vida los he sentido en esos estadios ante esa gente.
Ves la foto, escuchas mil veces la vieja descripción, Once Aldeanos, y sabes que no, que tampoco el Athletic Club está ya formado por once aldeanos. Son jóvenes, sin problemas, y si no tan ricos como otros compañeros de otros lugares, sí mucho más que la gente que les rodea en la zona en la que viven. Y sin embargo, la filosofía de esta institución, la forma de mantener una manera de ser especial ante ese mundo del fútbol devorado por sí mismo, se antoja aún romántica. Siempre he defendido que prefiero simplemente aspirar, sólo aspirar, a un título cada 35 años manteniendo nuestro concepto. No me importa. Es lo único que queda.
Sí, ya sé que este Athletic tampoco es el romántico de los once aldeanos. Pero a veces, me gusta pensar que es capaz de mantener una, aunque sea pequeña, resistencia a la voracidad capitalista del fútbol.
Y seguramente, estoy equivocado. Y muchos me negarán la mayor. Pero como digo, también soy parte de una masa, que sueña con sus once aldeanos guiados por la excentricidad alucinada de un argentino.
Mejor escribir estas líneas antes del partido, antes de saber el resultado. Porque (aunque dentro de mí me diga que no me lo creo ni yo), el resultado es lo de menos. El vivir la experiencia es lo importante. Al fin y al cabo, el Atlético de Madrid y sus seguidores sentirán también como suya su diferencia. Es lo lógico.
Pero, por lo menos, durante unos días, a pesar de un mundo que detesto, estoy aquí, en Bucarest.
Ovación de gala a este escrito publicado por programación. Me identifico totalmente tanto en lo concerniente al fútbol como a la música en directo. Es lo que tú dices, a pesar de todo, las creaciones lúdicas nos sirven para algo y aunque haya detalles que no nos gusten siempre podemos disfrutar. Me gusta el fútbol, nunca he podido quitarme ese lastre a pesar de todo. Aunque mis colores son otros, cuando no juegan elijo otros y tanto hoy como contra el Barça deseo que gane vuestro Athletic, que ya toca. Cuidate y que tengáis mucha suerte.
ResponderEliminarBilbao está de moda, rock and roll, fútbol , pan y circo pero del nuestro. Tráeme la copa Red River, karajo!
ResponderEliminarQue tengas buen viaje de vuelta, me he acordado de ti hoy, de que estarías en Bukarest y que te traerías la copa como dice Joserra, pero no ha podido ser, que el viaje no sea demasiado amargo amigos.
ResponderEliminarSaludos...
Chicos, gracias por los comentarios.
ResponderEliminarNo ha podido ser, pero será.
Los días vividos en Bucarest han sido para no olvidar.
Y ahora, en una terraza del centro, se respira resignación.
Esta tarde volvemos.
Así, que con mi cerveza en la mano, salud.