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viernes, 24 de febrero de 2012

Cotton Mather
La esencia escondida del power-pop


Las bandas de culto son una especie de lo más habitual entre aficionados a la música. Y generalmente, dichas bandas soñarían con no entrar en esa categoría. Pero nosotros las guardamos, las escondemos, y raramente hacemos partícipes a nuestros cercanos de nuestro descubrimiento, de nuestro secreto. Somos vanidosos, y tal vez busquemos epatar, o sentirnos elitistas. O tal vez sea el miedo a que pudieran convertirse en un hype y perdieran su esencia. De todo un poco. Y muchas veces pienso que muchos hemos caído en estos males respecto a Cotton Mather. Una auténtica joya.

Los que amamos el power-pop como terapia vital, como energía fundacional de nuestro día a día, sabemos que una melodía brillante, empapada de guitarras contundentes puede convertir en luz cegadora la penumbra más sombría. Y aquellos que hayan tenido la suerte de disfrutar alguna vez de un disco de Cotton Mather, saben que una banda que comercialmente poco consiguió, son, sin embargo, unos auténticos maestros en eso de crear joyas de las que alegran una vida.

A principios de los 90, en la ciudad de Austin, Texas, el guitarrista, compositor y cantante Robert Harrison comenzó un experimento musical con un amigo violonchelista que rápidamente evolucionó para convertirse en un cuarteto entregado a la esencia del power-pop. Metamos en una coctelera a los grandes maestros, desde Beatles a Big Star, y a grandes alumnos (ya maestros) de los 80 como Elvis Costello, Squeeze, Nick Lowe o Guided By Voices y a compañeros de época como los geniales Apples in Stereo, y tendremos un brebaje de los que sanan un cuerpo de nombre Cotton Mather.

Su primer disco oficial, Cotton is king, muestra una influencia brutal del dúo Glen Tilbrook / Chris Difford, lo que no es cosa mala. Squeeze son uno de esos grupos que grabaron algunas canciones que resultarán imperecederas por siempre.
Pero fue su siguiente trabajo, Kontiki, con la formación reducida a trío (Robert Harrison, Whit Williams en guitarras y bajo y Dana Mizer en la batería) el que les dejará ocupar un lugar en la historia (aunque sea la pequeña historia, la menos reconocida) del pop. Grabado en un simple cuatro pistas en el garaje de la casa de Harrison, ofrece, como es obvio, un sonido crudo y lo-fi, y un ramillete de pelotazos pop de esos que quitan el hipo. Siempre me ha dejado anonadado cómo se puede tener tal dominio de las melodías, envolver estribillos tan directos y perfectos con guitarras tan juguetonas y a la vez, abrasivas, en definitiva, cómo se pueden hacer canciones tan redondas como si fuera lo más normal del mundo.

Porque no otra cosa son canciones como Camp Hill Rail Operator, belleza entre la anarquía, Vegetable Row, con ese órgano y esa forma de cantar tan, tan Dylan (no desmerecería en ninguno de sus discos), el imparable desenfreno de Password, donde Chilton toma el frente, o My before and after, la esencia del power-pop en tres minutos. Realmente, son las 14 composiciones las que habría que destacar, porque todas son CANCIONES. En mayúsculas. No puede ser de otra forma.

Dice la historia que el disco no pasó más allá de un grupo de irreductibles poperos, hasta que una megaestrella como Noel Gallagher lo escuchó, y supo que eso es lo que él soñaba hacer algún día. Y sin parar de hablar de ellos, consiguió que la popularidad de Cotton Mather creciera como la espuma, y el bueno de Steve Van Zandt, siempre con un criterio irreprochable, les incluyera en el primer volumen de Coolest songs in the world.

Posteriormente grabaron The Big Picture en 2001, y dos años después terminaban la aventura.

Pero ha sido en este febrero de 2012, cuando el sello del propio Harrison Star Apple Kingdom ha decidido sacar una reedición deluxe en doble CD de Kontiki, con el album original más versiones diferentes y cortes que no llegaron a entrar.

No, aún no he podido escucharlo, pero recordar ahora el original, hace que un viernes sea mucho más viernes, y un fin de semana, tan largo como una vida.

Suena la corriente: "Vegetable Row" - Cotton Mather


11 comentarios:

  1. Que buena pinta, no les conocía, pero me han entrado unas ganas enloquecidas de catarlo. Cojonudo!

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    1. Pepo, ni a ellos ni a mi, el favor te lo haces a ti, de verdad, este disco es una obra de arte. Cuando lo descubrí en el 2000, me quedé anonadado. Y desde entonces, cuantas veces no me ha alegrado el día!

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    2. Pues voy a por él de cabeza, además precio popular, como debe de ser.

      Muchas gracias tío!

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  2. Santo y seña! Está en el aire, siempre en el aire, quizás en el subconsciente con el de Prophet, el de Cooper. Alex me dijo que le recordaba el Temple a Kontiki. Sea lo que fuere, es una alegría como lo es Mathew Sweet y su Girlfriend, una puta obra maestra. Yo los veo como los Big Star ultravitaminados. Estas en una racha Red River de crecida...¿Por qué llegaría tan tarde a decubrirte?Un abrazo y buen fin de semana! No puedo ir a Fakeband hoy , una pena.

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    1. Ay, amigo Joserra, no se te escapa una! Y si, aparte de la noticia de la reedición, tal vez el Temple Beautiful me haya traído a la cabeza el Kontiki, no lo había pensado.

      Pena no verte esta noche, caería esa prometida cerveza!

      Hablamos y un abrazo.

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  3. Es bueno saberlo. No conocía la banda. Lástima no aberlo hecho en la época. Me apunto esa reedición. gran recomendación. la muestra suena muy muy bien.
    Saludos

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  4. Chals, buscando en Soundcloud está en streaming la reedición deluxe. Disfrútala!

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  5. Fantástica y nutritiva reivindicación. Artesanía.

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    1. Exacto, Johnny, pura artesanía de la buena.

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  6. Este caerá. Me gusta taaaaanto el Power pop que será un gusto fiarse de ti, una vez más. Bsos a Ella

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    1. Igualmente, Paquiño, besos a Ella. Escúchalo y ya me dirás...

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