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lunes, 26 de febrero de 2007

Uno de ellos

Me gusta cuando el cine tiene alma de rock. Aunque el rock no sea la sangre musical de una película, ésta sí puede dejarlo aflorar por todos sus poros.

Hace bastantes años, cuando aún creía en cosas (qué cosas, ni puñetera idea), tenía cuatro fetiches. Cuatro películas que vi demasiadas veces como para olvidarlas, y que no he recuperado desde hace casi el mismo número de años para seguir recordándolas. Al menos, para mantener la imagen que viéndolas me hice de mí mismo.(...)


La oscuridad de las Malas Calles, la suicida lucidez del Taxi Driver, la elegancia en rojo de El Último Vals y la agonía decadente del Toro Salvaje.

Las cuatro eran puro rock, sonido e imágenes con sentimiento, con ese halo de tristeza desencantada que tan atractivo resultaba para aquella edad. Uno no sabía si había futuro más allá de los callejones, del burdel, del ring, aunque intuía luz.

Pero cuando sonaba The Band, ahí sí, ahí sí podía entender el por qué de esas canciones que desde entonces me han vuelto loco y cuerdo. Es decir, vivo.

Por eso me gustó verle ayer, Mr. Scorsese, con esas gafas pasadas de moda.
Porque a pesar de que los premios sirven para nada, da gusto verle aún de pie.
Porque es capaz de cantar en imágenes a Dylan y dejar correr las lágrimas del Blues.

Aunque me da que ni él ni yo nos lo creíamos.


Suena la corriente: "It makes no difference" - The Band