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lunes, 10 de julio de 2006

All Iron

Los mineros trabajaban a destajo. Sabían que el mineral de hierro que extraían de Matamoros, Las Cármenes, El Negro, Elvira, La Parcocha, Los Alemanes, La Mamen, La Cantera Macho y todas las demás minas de Gallarta, de Sopuerta, de toda la cuenca minera vizcaína, se llevaba por delante tristeza, agobios y vidas. (...)


Apenas dar de comer a la familia (siempre numerosa, demasiado numerosa), tomar unos potes con los amigos, tener para alguna apuesta en el frontón o pagar las copas perdidas al mús. Ninguna extravagancia. Simplemente supervivencia.

Codo a codo con los ingleses, que habían traído las máquinas, la infraestructura, la logística y el football. Ese deporte corremillas que se imponía en los tiempos muertos del puerto de Bilbao.

Pero el mineral pocas veces tenía la pureza que los patronos requerían. Siempre exigiendo más, y siempre pagando menos por las mezclas, aunque el trabajo hubiera sido el mismo. El capital manda.

Se subía una muestra de cada extracción. Los expertos estudiaban la composición. Hierro casi puro. Eso significaba doble paga. El inglés de turno colgaba el letrero en la ventana, ante la mirada expectante de los obreros. All Iron.

Entre abrazos, all iron, all iron, gritaban los ingleses. Repetían los paisanos, al iron, al iron.

Bajaban, y entre vino y cerveza, celebraban la hazaña con un partido de ese nuevo deporte, ese football.

All iron, all iron, al iron, al iron, alirón, alirón.

Fin del mazo de hierro, al menos por unas semanas.
Y siempre me gustó más esta historia que la supuestamente real.

Al fin y al cabo, soy de los que creo lo que quiero.


Suena la corriente: "Our endless numbered days" - Iron and Wine