jueves, 26 de mayo de 2005

Tropelía

El mamonazo va, y sin previo aviso, con los tiempos que corren, no se le ocurre otra cosa, ayer mismo, que cumplir 40 años. C-U-A-R-E-N-T-A.

Uno, que es de natural cándido y de mirada infantil, se queda sorprendido. Me reconozco en el espejo. Pero no en el documento.

Así que, perpetrada tamaña tropelía, estoy pensándome seriamente el dejarme de hablar, como medio de presión para obtener una explicación.

O me doy razones convincentes, o la vamos a liar.



Suena la corriente: "Happy birthday to me" - Cracker

sábado, 21 de mayo de 2005

Los Zep redivivos

Decía de ellos hace dos años: "Formación con dos baterías, gente muy joven, y si cerrabas los ojos, podías imaginar cómo debían sonar los primeros Led Zeppelin hace ya varias décadas, en lo primerito de su carrera. Pero esta gente tenía personalidad propia como para asumir sus influencias de buena gana. Habrá que seguirles la pista."

Se me pasa por la cabeza que Magnolia Electric Co. es a Neil Young lo que The Cherry Valence a Led Zeppelin. Claro que lo que hace Jason Molina (antes de optar por la flor, de nombre Songs: Ohia), por más que le doy vueltas, no deja de parecerme una reverencia excesivamente mimética (no por ello menos disfrutable, hay iconos que para lo que ellos quieran, uno está).

Lo curioso de The Cherry Valence es que siendo norteamericanos (de verdad, ¿sigue existiendo Inglaterra en esto de la música?), tienen la actitud de aquellos grupos ingleses que a finales de los 60 y principios de los 70 supieron aunar las excelencias del rock and roll, del soul, del blues, para crear las bases de lo que luego fue el hard-rock.

Siguiendo con las curiosidades, son dos guitarras, bajo y dos baterías (¿desde cuándo no veía esto? ¿…Pavement…?), que además, son los cantantes. Se turnan al frente del micrófono, pero cuando deciden darle los dos a los tambores a la vez, la palabra sincronía adquiere todo su significado.

Son capaces de hacerte imaginar cómo eran aquellos años (uno está en plena crisis, pero vamos, que tampoco es tan viejo, todo depende del baremo de medida), cómo sonaban los Zep, pero sin olvidar el día de hoy. Incluso el "Land of 1.000 dances" del gordito Fats Domino, con permiso de su compositor original, Chris Kenner (tan querida y versioneada por la peña heavy, ¿qué tendrá ese na, na, na, o por qué les gustará tanto a los melenudos?) suena a hoy mismo.

Y encima vistos en sala pequeña, con sudor (como debe), adquieren otra dimensión.

Lo que decía hace dos años. Habrá que seguirles la pista.
Ya, como a tantos.
Para eso estamos.
Eso sí, me parecen tan jóvenes, que me da miedo.
Jodida crisis.



Suena la corriente: "Riffin'" - The Cherry Valence

jueves, 19 de mayo de 2005

Amor para el charlatán

De casa en casa, de barrio en barrio, de esquina en esquina. Le llamaban charlatán. Crecepelos, llaves maestras, tónicos musculares, estimuladores del vigor masculino. Todo entraba en su maleta.

Las cosas no cambian tanto. De pueblo en pueblo. De empresa en empresa. Cambia el aceite tonificante por algo de tecnología. Gama alta, dicen. Pero somos los mismos. El mismo charlatán, y el mismo escuchador, casi siempre apático. Aunque le trates de encasquetar el futuro, su futuro, lleno de éxitos y alabanzas.

Buscas el bar de carretera para el almuerzo. Los prefieres. No niegas que eres todo apariencia. Tampoco puedes permitirte otra cosa. Tu entrada en el comedor causa silencio. Las miradas se clavan en ti. Tu jodido traje y corbata, frente a sus sucios monos. Pero no os equivoquéis. No os dais cuenta que soy uno de vosotros. Igual de pisoteado que vosotros, igual de cabreado, igual de apurado a fin de mes. Igual de mierda que vosotros. Así es la cosa. Pero con mucha más dignidad que ellos. Vosotros y yo. Hala, a por las lentejas.

Y luego de nuevo al coche. A por otro escuchador, como buen charlatán. Pero eso sí, en el coche, arrullado por mis sonidos. Es mi cueva. Pequeña, sucia y maloliente. Pero mía. Supongo que lo único realmente mío.

Y Sarah Lee Guthrie me susurra, me canta, me silva (siempre digo "me", pero es que quiero creer que es así). Tradición americana, dicen. Qué quieren. Es respeto. A su padre, Arlo. A su abuelo, Woody. Con sus máquinas familiares de matar fascistas. Suena country, suena folk, suena rock, suena Seeger, suena Dylan. Ella con Johnny Irion. Ella con su él. (Yo con mi Ella). Y Gary Louris echando dos manos o más. Sabe de lo que habla.

Serán canciones de amor. Pero es lo que nos queda.
Amor para el charlatán.



Suena la corriente: "Exploration" - Sarah Lee Guthrie & Johnny Irion

jueves, 12 de mayo de 2005

Frente al abismo

Uno tiene la increíble insensibilidad de comentar una supuesta (pequeña, muy pequeña) depresión producida por un resultado de fútbol. Y alguien le contesta que siente otra depresión, más una tristeza vital, por un tema que sí lo merece. Y me siento estúpido, claro.

Un programa de televisión emitido semanas atrás, hace que durante las últimas, el número de personas (temerosas, tímidas, con miedo pero con una tremenda ansiedad de ser entendidos, correspondidos, simplemente acompañados) que se acercan a un foro de Internet se multiplique de manera llamativa. Siempre es así. La salida a la superficie de los monstruos que se llevan dentro suele producir estos movimientos.

Esta sociedad siempre ha tenido temas tabú, cuya sola mención lleva a un desinterés pocas veces fingido. Poco a poco, en algunos casos, va superando ese manto de silencio. La llamada violencia doméstica (terrorismo doméstico) es un ejemplo. Siempre he dudado que ahora sea mayor que antes. Pero ahora se habla de ello, se denuncia, aparece en los medios.

A.S.I. es el acrónimo de Abusos Sexuales en la Infancia. No es tanto (que también) el tema de las redes cada vez más internacionales de pederastia. Es hablar del ser prehistórico, del animal depredador que llevamos dentro. A un niño siempre se le ha dicho que no coja caramelos de un extraño. Pero nunca se le ha inducido al rechazo si vienen de un ser querido, cercano, de tu propia familia, de tu entorno más próximo. Estos niños no pueden comprender, no pueden entender, y el abuso, el abusador, los transforma en víctimas completamente convencidas de que los culpables son ellos. Les roban la infancia, la inocencia, y los recubren de una barrera de silencio de proporciones tan inmensas que resulta titánico poder romperla, siquiera soñar con hacerlo.

Las estadísticas hablan de que una de cada cuatro niñas y uno de cada cinco niños han sufrido algún tipo de abuso sexual en su infancia. Cuando esto, en letra pequeña, sale reflejado en un periódico, el comentario general es que no puede ser, es una cifra exagerada. Simplemente porque nos produce un pavor indescriptible. Que sean ciertas supone que todos, cada uno de nosotros, conocemos, aunque no lo sepamos, a alguien que los ha sufrido.

Leer el libro "Cuando estuvimos muertos" de Joan Montané, no es un bocado placentero, desde el momento en que somos conscientes de nuestras miserias. Los perfiles psicológicos de las víctimas, cada una con una historia completamente propia, se asemejan como gotas de agua. Pero también plantea que hay salida, que la víctima puede alcanzar una vida normalizada. Al menos, que se puede aprender a vivir con ello. No es algo del pasado que se pueda olvidar. Un cojo nunca podrá dejar de cojear por el hecho de haber perdido una pierna hace mucho tiempo. Pero podrá aprender a vivir con su cojera.

Asociaciones de ayuda a las víctimas, hay pocas. FADA y alguna más que empieza ahora a nacer. El propio Joan creó hace tiempo un foro de Internet. No está dirigido a curiosos. Es para ellas y ellos, para los que lo sufrieron y lo sufren. Mientras la sociedad lo silencie, a los políticos no les interesen estas víctimas, los jueces sigan absolviendo a los abusadores amparados en una familiaridad que ellos mismos traicionaron, son las propias víctimas las que deben ayudarse. Y es comprensible que se sientan solas.

No, no olvido que todos conocemos a alguien.
Muchas veces, da miedo morir.
A veces, da más miedo vivir.



Suena la corriente: "The Carlton Chronicles" - South San Gabriel

lunes, 9 de mayo de 2005

Sesenta almas

No, el barco no encalla. Sólo que va a media marcha. Supongo que poco interesante habrá que ver en las riberas. O serán estos ojos, que no logran abrirse y mirar como es debido.

Será el pánico que me causa el próximo cambio de (mi) década. Será el miedo al pasado, que cada vez es más grande (el pasado). Más inmenso. Tiene más peso. Ya sin duda hay más tiempo en el pasado que en el futuro.

Así que como bicho herido, le busco a Ella, para creer todavía en lo que vendrá. Y lo consigue.

Y me largo a ver a alguien que me cante. Y lo hace para las apenas sesenta almas que decidimos buscar lo mismo el mismo día. Sesenta seres disfrutando a Ben Weaver. Áspero. Íntimo. Gutural. No, no se hace fácil. Pero sí saboreable, sí disfrutable, sí gozable.

Sesenta personas. No da para nada. No da para más. ¿Tan ciegos estamos? ¿Tan sordos? Bueno, pues me quedo con sus guitarras. Sus banjos. El respetuoso silencio que consiguió cuando lo precisaba.

Y la emoción.
Pero es que últimamente estoy muy sensible.
Soy mantequilla.
Soy plastilina.

Vamos, que necesito otro Ratzinger que me despierte.
Ya, pero es que me gusta flagelarme.



Suena la corriente: "Stories under nails" - Ben Weaver

jueves, 5 de mayo de 2005

¡Hala, todos calladitos!

Llevo ya un cierto tiempo, cada vez que abro un periódico, buscando la confirmación de aquella noticia.

Mi querido (que yo no sólo quiero a Rouco) Miguel Ríos amenazaba con, incitaba a, pedía una huelga de silencio por parte de los artistas españoles, como método de protesta ante los pocos argumentos legislativos y policiales que cree se aplican en contra de la piratería. Sentí un auténtico aguijón. No sé durante cuánto tiempo podría extenderse dicha medida, pero desde un primer momento, contó con mi más absoluta aprobación.

Ánimo, Miguel, estamos todos contigo. Si tienes que estar calladito durante (pongamos) un mes, podremos aguantarlo. Es más, si esta drástica medida, para que surja el deseado efecto concientizador, te obliga a callar durante un año, no te olvidaremos.

Eso sí, si llevadas las cosas al extremo, crees necesario mantener ese silencio atronador durante el resto de tu impresionante e inaudita carrera musical, estaremos contigo. Saber que igual no podemos volver a escucharte, nos duele, pero somos conscientes de la necesidad de la medida.

Todos sabemos (porque alguna vez lo hemos hecho) que las redes P2P son un auténtico descalabro para tu inmensa creatividad. Son millones de canciones compuestas por tí las que los avezados piratas se intercambian. Dicen algunos estudios, que realizando un recuento mundial, únicamente algunas canciones de esos Beatles alcanzan el mismo número de descargas. Es indudable que esos incontables adolescentes de caras granuladas y pequeños auriculares en los oídos que pasean con expresión extasiada por las redes del transporte público urbano de cualquier ciudad lo hacen escuchando tus prolíficas creaciones.

Además, tu honesto gesto tendría mayor eficacia si se realiza ahora que los nobles compañeros de profesión te han otorgado el merecidísimo galardón de Mejor Album de Rock en los Premios de la Música (de verdad, nunca mejor dicho, hay que joderse). Todos sabemos que estás en tu mejor época, que fuera de tu espacio vital el campo del rock es un terreno yermo. No hay duda.

Desde aquí, apoyamos tu iniciativa, y te pedimos encarecidamente que intentes convencer para que te secunden en tan loable iniciativa a colegas tuyos de la talla de Ramoncín, seres de primera línea, que sufren en carne propia la maldad de los desaprensivos (o tus amiguitos de la SGAE, lee esta enriquecedora anécdota).

Creo Miguel, que podremos resistir un tiempo sin escucharte.
Ahora, ya te digo, si es para siempre, será más efectivo.



Suena la corriente: "Hymns to the silence" - Van Morrison