Páginas

miércoles, 28 de septiembre de 2005

All over the world

Lima. Cartagena. Cali. Bogotá. Ciudad de Panamá. México DF. Guadalajara. Monterrey. Ocho ciudades. Cuatro países. Trece aviones. Ocho hoteles. Veintiún días.
Kilómetros…, ehhhh, ahí no llego.

El charlatán de feria que capitanea este barco se lía la maleta al hombro y este sábado se lanza al ruedo. Pocas zapatillas y camisetas. Más corbatas y camisas. Paseando su yugo. Pero buscando momentos. Eso simplemente. Momentos.

Supongo (y espero) que sigamos haciendo escalas por el río, que últimamente empieza a parecer más una guía para el turista accidental que una nave con rumbo poco claro.

Llevo mi cámara, mis cigarros, mis libros, mi música y mis ojos. Y Ella siempre en la memoria.

Acomódense y cuiden la barcaza.



Suena la corriente: "Rockin' all over the world" - John Fogerty

lunes, 26 de septiembre de 2005

Algo más canalla

Escuchando a los Stones, me he vuelto a acordar de él. Hasta que se fue, no había asociado tanto a unos con otro. Pero ahora es inevitable. Vienen siempre de la mano. Disfrutamos muchas veces juntos. Cuando me abrasaba con sus adorados Weather Report le incitaba a ponerme algo más canalla. Si es que eres un viejo.

Viajando con él en el barco (me decía no quieras ser marino, es jodido, pero creo que mentía) descubrí más pasiones humanas de las vividas hasta entonces. Amistad, compañerismo, risas, egoísmos. Tragos. Humos. Amores en puertos y burdeles. Él mantenía las formas. Yo no lo necesitaba. Las camas de tránsito pretendían ser lugares felices. Desembarqué en Barcelona. Y quise a esa ciudad. Aún hoy.

Hace años, cuando me sentía solo, me iba a su casa en el pueblo. Parecía un ermitaño. Pueblo de seis vecinos. Él fue el séptimo, y revolucionó la comunidad con sus antenas de radioaficionado, sus maquetas de barcos, de trenes, sus cañas de pescar, su fotografía premiada, su jodido Internet rural que nunca funcionaba. Paseábamos al perro, seguía abrasándome con Weather Report (pon a los Stones, viejo carca, o al grupo hardcore de tu hijo), bebíamos con los amigos, le acompañaba en su papel como jurado del festival de teatro del pueblo cercano, volvíamos a beber, reíamos y comíamos, eso sí, comer, dando culto a esa puta adicción que, a pesar (o tal vez por ellas) de las muchas operaciones, lo mató.

El día que lo enterramos, salí del funeral sonámbulo, Ella (todavía estábamos descubriéndonos, escalándonos, conociéndonos) me dio un beso cálido que no olvido, le agarré la mano, y nos fuimos a San Mamés a ver a los Stones, huyendo de pésames, lloros y abrazos. Odio los conciertos en grandes estadios, pero en parte fui por él. Una semana antes, aún en la UVI, antes de bajarle a planta para simplemente dejarnos estar con él, le decía, no te quejes, vas a tener entrada de palco, si te abren las ventanas, lo disfrutas entero.

Cuando sonó Satisfaction, lloré como un niño, como un tonto, como un borracho, mientras Ella me apretaba la mano. Lloré como lo hago ahora.

Porque sabes, J.L., pedazo de cabrón, hay días que te echo tanto de menos, que duele mucho.
Me tienes muy cabreado.



Suena la corriente: "The London Years" - The Rolling Stones

viernes, 23 de septiembre de 2005

El tiempo es algo

Saco mi lustroso vinilo (coño, juraría que era rojo; memoria desestructurada, más que selectiva). "Gas, Food, Lodging". Green On Red. Cae la aguja y las guitarras vuelven a gemir. That's what dreams are for. Tantas horas acompañado de esos acordes.

Ben Lee desgrana en el escenario las cápsulas pop con las que ha trufado su último trabajo, "Awake is the new sleep". Son pequeños caramelos que se disfrutan más en la oscuridad de una habitación. Me quedo con su faceta acústica, a la que dedica unos 20 minutos. Parece un Jonathan Richman trasmutado, más joven, igual de dicharachero. Un buen aperitivo (y no lo digo en tono menor; son fundamentales para disfrutar la comida).

Chris Cacavas deja olvidado su eterno teclado. En formato trío, demuestra que quien sabe, sabe, y que las seis cuerdas no le suponen enigma alguno. Canciones ásperas, llenas de carraspeo, de tradición pasada por un tamiz ruidista, de sentimiento, de elegancia. Lo reconozco, esta clase de tipos hace que aún pueda creer en el rock. Él, que ha estado en cientos de frentes, tan determinantes para mi disfrute, se centra en su vida actual. Residiendo en Alemania, continúa su carrera en solitario, y es lo que nos regala. No somos muchos (para variar), y algunos piden caña con ese despiste de borrachín de jueves en lugar equivocado. Pero quien entra en su círculo, se queda a gusto. Quiero que todos los conciertos a los que voy sean como este. Quiero que sean eternos.

Green On Red pueden ser disfrutados en un futuro próximo. Mi espesura de ayer no hacía llevarme bien con los idiomas. Pero recuerdo, "...funny feelings, good feelings...". ¿Reunidos de nuevo? ¿Girando por aquí? ¿Time ain’t nothing en directo?

No quiero perder la fe.


Suena la corriente: "Self taut" - Chris Cacavas

jueves, 22 de septiembre de 2005

Muchos, muchos

Lo sabía. Todas mis acciones tenían un mismo objetivo, un mismo fin: autoprotegerme. Ahora sé que nada debo temer.

Leo la noticia: "Fumar pocos cigarrillos al día triplica el riesgo de infarto".

Y mira por donde, me niego a realizar una lectura transversal, completa, oblicua o aérea de dicho artículo. El titular es suficiente. Pocos es malo.

Ahora sé que estoy sano. El tamaño no es seguro, pero el número sí que influye.
Pues eso, llevo ya unos cuantos, muchos, y esta noche veré al señor Cacavas. Y sé lo que significa.



Suena la corriente: "Visitation rights" - Steve Wynn & Chris Cacavas

domingo, 18 de septiembre de 2005

Yo también me aburro

Sí. El avión voló y aterrizó sin ningún problema. No inflamos las estadísticas tan apabullantes de los últimos meses. El páramo seco en el que poco a poco se va convirtiendo este río nada tiene que ver con desarreglos horarios o rutinas desquiciadas.

Dedico mi tiempo (el poco que me queda para mí) a leer letras y escuchar notas. Y a esperar que vuelva Ella. Y cuanto más leo, menos escribo. Y cuanto más escucho, más me ensimismo. Me entra miedo al papel en mis manos, al láser de mis lectores (lectores de cd, no vayamos a caer en la presunción).

En unas semanas empiezo un nuevo viaje, para mí monumental. Lo preparo. Lo espero. Lo deseo. Lo temo. Pero los próximos días me prometen escenarios. Chris Cacavas. Ben Lee. Elliott Murphy. Hellacopters. Y algo más.

Y a mí también me apetece pedir permiso a la seño para ir a hacer pipí. Yo también me aburro.



Suena la corriente: "New quadraphonic highway" - Russ Tolman

domingo, 11 de septiembre de 2005

Contrastes que reconfortan

Europa está vieja, no tiene futuro, la juventud sólo vive abotargada con sus cascos puestos escuchando su infame música. El futuro somos nosotros. En Europa ya no existen intelectuales, se perdió la espiritualidad. Nuestros jóvenes al menos son el mañana. Mirá, si mis nietos todos ellos han leído todas las obras de Paulo Coelho.

Sí, ejem, si el futuro de la intelectualidad son ellos, sus nietos, apaga y vámonos. Y llevo dos días viéndoles desfilar delante de mis ojos, y no, no hay diferencia. Salvo que todos llevan gafas de sol en recinto cerrado.

Todos somos más iguales que lo que creemos, que lo que deseamos. Y no digo que eso sea bueno. Nos estamos diluyendo. Igual aún estamos a tiempo de hacer algo inteligente, y nos apagamos poco a poco.

Me voy por la noche a Recoleta. Un bife de chorizo jugoso, ensalada de frutos ecológicos y una buena cerveza. Me reconforta con el presente. No le pido nada más a la vida (sí, que Ella estuviera aquí conmigo, queriéndola, acariciándola).

Y a las doce de la noche entro en esas librerías que no cierran (o yo no llego a la hora del cierre), donde dos viejitos saben de todo, y compro unos libros que encontraría en mi casa, pero que me ilusionan más comprados aquí. Y me reconforta.

Y me pierdo por la disquería donde solamente hay tango, del viejo y del nuevo. Y la tarjeta empieza a trabajar. Ya está acostumbrada. Teme acercarse a un estante de discos. Sabe lo que pasará. Y me reconforta.

Apuro los últimos sorbos. Mañana un avión me llevará de vuelta (si él quiere, porque últimamente…) a ese extraño lugar donde somos viejos y no hay intelectuales.

Pero esta noche apuraré un sorbo más.
Y me reconforta.



Suena la corriente: "Tocá tangó" - Cáceres

Navegado en Buenos Aires, Argentina

viernes, 9 de septiembre de 2005

Cuesta volver

Los ecos de aquellas guitarras van difuminándose (aunque no se olvidan. Bendita memoria). Y los sentidos empiezan a abotargarse con otros sonidos, distintos, frenéticos, a veces agobiantes, las más gratificantes.

Paseo por Buenos Aires, la que se pretende europea, y que deseo no lo sea (más de lo que ya parece). Hay aún tristeza en los rostros. Pero crece la sensación de que empiezan a levantar cabeza (ellos, tan dignos, que nunca la bajaron).

La conversación con la gente de la calle te abofetea con la realidad. El taxista que se casó con una española a los 23 días de conocerla en el carro, y que ahora con una hija enferma y sin ningún subsidio, no ve salida al callejón. El dueño del copetín en La Boca, que me asegura que la próxima visita que haga por allí, ya no tendré mesa, ya no tendré Quilmes, ya no tendré conversación. El niño de ojos tristes que vende latitas a los ejecutivos que comen a cuerpo de rey en Puerto Madero. La Casa Rosada, vallada permanentemente para evitar la racional ira del pueblo.

Ciudad de contrastes, como toda Latinoamérica. Como toda América (Nueva Orleáns en la retina). Como todo el mundo.

Pero disfruto. Al menos el poco tiempo que tengo hoy. Mañana viene la faena, la friega. Viajo para trabajar. Pero manteniendo los ojos abiertos. Respirando los olores. Sintiendo los sudores. Paseando con ansia en Plaza Francia.

La vida sigue. Como si nada ha pasado. Como si todo siguiera bien.

Aunque el pintor callejero es sabio.
Y lo dice (aunque las manos del mal fotógrafo casi lo oculten):
Cuesta volver a las mentiras.



Suena la corriente: "No tan Buenos Aires" - Andrés Calamaro

Navegado en Buenos Aires, Argentina.

lunes, 5 de septiembre de 2005

Después del viernes, un sábado

En fin, sí, es cierto que este viernes estuve en el Azkena Rock. Un año más, fiel a una cita con las guitarras que empieza a ser adictiva (a pesar de los altibajos, las necesito). Es cierto que Masters of Reality me gustaron por su elegancia en un género stoner que no siempre lo es. Cierto que Drive-By Truckers me emocionaron, aún cuando hubiera pagado más por verles en una sala pequeña. Cierto que Wilco me confirmaron una vez más lo que siento por ellos (sin llegar a meterme del todo, no puedo olvidar su "Vía Chicago"). Cierto que es difícil que a Gov’t Mule les entren muchas canciones en apenas una hora. Cierto que Social Distortion me aburren (el piñón fijo ya no es lo mío).
Y es cierto que, a mis 40 años, quién me lo iba a decir, he visto en directo a Deep Purple. O a lo que queda de ellos, que no es poco. Y la sensación que tenía era como la que puedo imaginar hubiera tenido de ver a un Torrebruno recordándome mi infancia. Cierto que son parte de mi adolescencia, que el Made in Japan ahí está, llenito de polvo en su vitrina. Que ya Gillan no llega, Paice no hace solos de quince minutos, que me suenan más a folklóricas del rock. Pero mira por donde, incluso me hizo ilusión. Será por poder decir que he muerto habiéndoles visto (cosa que no haré con Torrebruno).

Pero este año, el sábado me escapé. Dejé los tórridos escenarios vitorianos, por otros igual de calientes, pero más pequeños, más entrañables. Y nada de con menos guitarras. El poder de las mismas no está en la masa, sino en el sentir. Y de eso sí que tuve.

Lo mío con Reno es ya conocido por quien haya navegado por el río. Y no me quedo en ese "a ver si tienen suerte" tan recurrente. Reno no necesitan suerte. Necesitan justicia. Porque tienen la actitud y la emoción necesarias. Porque esta emoción la trasladan a los que estamos abajo, aunque ellos puedan tener una imagen autocrítica. Porque aman la música, chupan la savia de las mejores raíces (el sábado concretadas en Uncle Tupelo, Cash, Iggy Pop) y nos la regalan con rabia. Y sobre todo, porque me hacen sentir vivo. Y no saben lo que se lo agradezco.

Y caldearon la sangre para recibir bien preparados a Steve Wynn and The Miracle 3. Un tipo de esos que los especialistas consideran excelente secundario, pero al que yo (supongo que "especialista" en nada) considero un pilar fundamental, una de las bases más indiscutibles del rock entendido en el 2005. Le he visto varias veces, con los viejos Dream Syndicate y con su potente trío actual. Y siempre lo ha dado todo. Porque eso es el rock, la actitud que antes comentaba. Pero lo del sábado fue algo inenarrable. Y es un hecho. Para qué contarlo. Hay cosas que simplemente hay que vivir. Y los que lo hicimos no lo olvidamos. Y charlando con ellos, eres consciente de que estás donde quieres estar.

-¡Abuelo, qué tal Deep Purple? Tocaron el Smoke on the water? Qué pasada, cuenta, cuenta…
-Deep Purple? Ah, sí, es verdad, les vi el viernes. Pero no se, apenas me acuerdo. Porque después del viernes vino un sábado. Y ese no lo olvido.

Ay, Jesús, si es que me apasiono.



Suena la corriente: "...tick...tick...tick" - Steve Wynn & The Miracle 3