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martes, 13 de julio de 2004

De paso...

Vuelves a casa tras un periplo geográfico impuesto por el trabajo (y al que has podido añadir un pequeño apéndice personal, familiar, que, para no estar de vacaciones, es muy agradecido). La carretera cansa, pero la música (siempre ella), ayuda a devorar kilómetros (que han sido muchos).

Y te apetece estar de nuevo con Ella, que siempre alegra una llegada y esperanza una partida.

Y luego, cuando ya en la cama el cansancio empieza a vencerte, se te ocurre dar un paseíto por esos canales que el infierno nos manda. Y te encuentras con una de esas películas que tocan (tronchan, rasgan, cuartean) tus fibras sensibles. "Lugares comunes" será una obra menor dentro del cine del argentino Adolfo Aristarain (así dicen los críticos), pero tiene esa capacidad de emoción que ya me transmitieron otras delicias, como aquélla joya llamada "Un lugar en el mundo" (cuántas veces he pensado si, por no estar atento a lo que hay que estar, se me pueda haber escapado el mío).

Lugares comunes, otoños climáticos y vitales, cielos nublados, despedirnos como si no hubiéramos siquiera pasado…

Y sí que estamos. Apoyo la mano en su cadera. Duerme. Pero está a mi lado. Y yo.



Suena la corriente: "Pampa del indio" - Varios